domingo, 5 de mayo de 2013

Quinta prueba y otras cosas

- ¡Muchacho, corre, tienes el rango abandonado, amosamosamos! - balbuceó muy rápido, de manera casi incomprensible, mientras agarraba al novato por el brazo tirando de él con una fuerza que jamás podía adivinarse de un cuerpo tan enjuto y menudo como el del Máquina. No pudo ni despedirse del único hombre educado y tranquilo de ese hotel, pues se vio rápidamente arrastrado por su compañero pasillo adelante.

- Necesito que alguien me explique qué está pasando aquí o voy a volverme loco. - casi suplicó de camino de vuelta a "su rango". El Máquina le explicó en apenas diez minutos todo lo que el novato necesitaba saber.

Por lo visto las lavanderas le habían gastado la broma estándar del pantalón blanco, algo que le hacían a todos los novatos en su primer día y que parecía molestar especialmente al Maître. Ese era al fin y al cabo, el objetivo de la broma. También le explicó que el salón comedor se separaba por "rangos" o zonas de mesas. A cada camarero le correspondía uno de estos rangos y la única función de este consistía en recoger platos sucios y montar mesas para los siguientes clientes. La tarea a priori parecía sencilla, algo cuanto menos básico como recoger y montar no podía ser tan complicado. Recordó las insufribles noches en el asador del Goblin, donde su maestro se dedicaba a las tareas más complejas, dejando para él la parte sencilla y monótona. Precisamente esa, limpiar y montar mesas. Sin parar. Este pensamiento le tranquilizó.

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